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Juster, Norton; La cabina mágica. Anaya. Madrid. 1998.
- Nombres curiosos: el Cronocán, Diccionópolis, la Ortoabeja, el Embaucador, la Ruja Vagamente Macabra, Permanencio Guindapalabras, Saltero Vistatrás, Apabullo Losetodo, el Exageranto, el Gigante Gelatinoso.
- “Hecho lo que has mira.” (pág. 58)
- “-¿Qué tocan? -preguntó Toc, levantando la mirada inquisitivamente hacia Alec.
- “Los que crecen para abajo siempre ven las cosas desde el mismo ángulo.”
- “-¡Por los 4.827.659 pelos de mi cabeza, es mía, naturalmente!”
- “No se me dan muy bien los problemas -admitió Milo.
-“Qué lastima -suspiró el Dodecaedro-. ¡Son tan útiles! Fíjate, ¿sabías que si un castor de sesenta centímetros con una cola de cuarenta y cinco construye un dique de tres metros y medio de alto y uno ochenta de ancho en dos días, todo lo que te haría falta para construir la presa Boulder es un castor de veinte metros cuarenta centímetros con una cola de quince metros treinta centímetros?” (pág. 175) - “-Por supuesto que no es importante -refunfuñó airado-. No te habría pedido que lo hicieras si hubiera pensado que era importante.” (pág. 212)
- -¡Exacto! -chilló triunfante-. Soy el Terrible Trivial, demonio de tareas insignificantes y trabajos inservibles, ogro del esfuerzo derrochado y monstruo del hábito.” (pág. 212)
- “Justo a la izquierda, y no muy lejos, estaban los tres Demonios del Consenso: uno, alto y delgado; otro bajo y rechoncho, y el tercero, exactamente como los otros dos.” (pág. 237)
- “Hasta el oficial Boleta galopaba muy serio montado orgullosamente sobre un largo perro salchicha.” (pág. 244)
- “Hay tantas cosas que son posibles si no sabes que son imposibles.” (pág. 247)